MERCEDES GLC 220D 4MATIC, PRUEBA CONTACTO
En 2015 Mercedes asistió a un cambio de nomenclatura. Esta medida fue llevada a cabo principalmente para adaptarse a los tiempos que corrían y ampliar su gama SUV con cierto orden. De esta forma el modelo conocido como Mercedes GLK pasó a mejor vida y en su lugar llegó el Mercedes GLC. El cambio de su última letra serviría para que el SUV grande quedará ligado a la Clase C definitivamente. Y este modelo precisamente es el protagonista de nuestra prueba de la que podrás encontrar nuestra opinión en detalle.
El Mercedes GLC 220d 4MATIC que tenemos entre manos ha sido un ejemplar destacado dentro de su segmento desde el momento de su lanzamiento. En primer lugar por la larga y exitosa reputación que venía teniendo la marca de la estrella en el apartado de los todoterrenos y que no había conseguido en ningún momento con el GLK. En segundo lugar porque tenía que hacer frente a dos rivales alemanes de gran altura: el Audi Q5 y el BMW X3.
Por lo tanto su lanzamiento se hizo en un punto de inflexión. El Mercedes-Benz GLK llegó en el año 2008 y heredaba las líneas rectas y las formas cuadradas de los todoterrenos grandes. Por aquel entonces el segmento SUV todavía no estaba tan afinado como ahora y el diseño del GLK se quedó algo anticuado desde el minuto uno. Por eso es comprensible que los alemanes se quisieran resarcir con el lanzamiento de este Mercedes GLC.
EXTERIOR
Como decíamos, de los ángulos rectos se pasó a las líneas suavizadas y más atractivas. Siguiendo las pautas del Clase C se le instaló un frontal con personalidad y acorde a los diseños actuales. Destaca por su prominente parrilla surcada por dos listones y con la estrella en el centro, por los faros con tecnología LED o por el paragolpes que gana musculatura por las tomas de aire. La defensa delantera que protege de los impactos recibe un acabado cromado.
En el lateral se observa su marcada silueta de SUV. Cabe destacar que para aquellos que busquen un aspecto más dinámico siempre podrán decantarse por su hermano el Mercedes GLC Coupé. En nuestra unidad se incluían unas llantas de 18 pulgadas con cinco radios dobles. Las barras del techo y los marcos de las ventanillas están cromados, mientras que los bajos de la carrocería reciben protecciones plásticas.
La zaga también tiene bastante personalidad gracias al pequeño spoiler que parte del techo. El portón está situado bastante arriba y parte en dos mitades a los alargados pilotos traseros LED. En la parte inferior, el paragolpes gana en anchura y termina con los plásticos negros. Abajo del todo hay una especie de difusor cromado que acoge dos salidas de escape. Lamentablemente son solo embellecedores y el tubo va oculto por detrás.
Que el Mercedes GLC parezca más imponente es debido a sus nuevas medidas. Crece en todas las cotas con respecto al GLK, teniendo una longitud de 4,65 metros (12 cm más), una anchura de 1,89 metros (5 cm más) y una altura de 1,64 metros (1 cm más). La distancia entre ejes también se extiende hasta los 2,87 metros (12 cm más), lo que se traducirá en un habitáculo bastante más espacioso que su antecesor.
EXTERIOR
Cuando pasamos al interior del Mercedes GLC identificamos las luces y sombras que caracterizan a algunos modelos la marca de la estrella en los últimos años. Por un lado tenemos la gran calidad que aportan el cuero de la tapicería o las molduras de aluminio cepillado. Los botones metálicos tienen un tacto exquisito y es difícil encontrar plásticos duros. Por el otro lado encontramos toda la consola central cubierta de una moldura Piano Black que no nos agrada por lo fácil que se ensucia y el desgaste que presenta con el tiempo.
En cuanto a la tecnología no podemos poner ninguna pega, pues recibe los últimos sistemas de la marca. El infoentretenimiento se gestiona a través de la pantalla central con marco negro que no es táctil, sino que se controla desde el mando de la parte baja de la consola central. Su funcionamiento es bastante rápido e intuitivo y en apenas un día te acostumbras a él. Entre medias, en la consola central están los aireadores circulares, unos pocos botones y un hueco portaobjetos.
Habréis notado que el mando ocupa el lugar donde normalmente va la palanca de cambio. Como viene siendo tradición en Mercedes, ésta es sustituida por la caña derecha que parte de la columna de dirección. También es un elemento fácil de utilizar, aunque deja a la caña izquierda con muchas funciones (intermitentes y limpiaparabrisas). El volante también cuenta con levas para el cambio y a través de él se puede ver una instrumentación mixta con dos grandes relojes analógicos y una pantalla a color entre ellos para el resto de información.
La habitabilidad a bordo del Mercedes GLC es bastante buena en general. Las plazas delanteras son notables tanto por su comodidad como por el espacio libre al techo. Las traseras no destacan tanto principalmente por una plaza central carente de forma y con un prominente túnel de transmisión. Los pasajeros de las plazas laterales no tendrán problemas de espacio en piernas y cabeza a no ser que superen los 1,85 metros.
MALETERO
El maletero del Mercedes GLC se sitúa en la media del segmento. Con 550 litros de capacidad es exactamente la misma que presentan los Audi Q5 y BMW X3. Cuenta con portón eléctrico para facilitar su apertura, aunque una vez abierto el botón queda muy alto. También queda alta la boca de carga, por lo que costará subir los objetos más voluminosos. Por suerte se cuenta con unas líneas rectas que lo hacen muy aprovechable.
Si queremos dividir la carga, bajo el piso contamos con un espacio bastante amplio y lleno de recovecos. Debido a esto, no encontramos rueda de repuesto en el Mercedes GLC. En los laterales del maletero hay huecos con redes para guardar objetos compactos. Para aprovechar todo el espacio bastará con abatir la segunda fila de asientos para dejar una superficie completamente plana y con una capacidad que aumenta hasta los 1.600 litros.
EQUIPAMIENTO
Pertenecer a una marca premium como es Mercedes condiciona enormemente el equipamiento de este GLC. De serie cuenta con una dotación bastante buena, pero con algunas lagunas que no debería tener. Para llenarlas hay dos líneas de equipamiento bastante recomendables. Por un lado la Exclusive que le da un toque de distinción y por el otro lado AMG Line que sacar a relucir toda la deportividad que puede tener el modelo.
Por suerte de serie ya cuenta con cosas tan interesantes como el tren de rodaje Agility Control con amortiguación variable, el Dynamic Select con hasta cinco modos de conducción o algunos sistemas de asistencia a la conducción que se conectan mediante el Intelligent Drive. De serie incluyen el Collision Prevention Assist Plus, el asistente para viento lateral, la conexión automática de las luces de cruce y el Attention Assist; pero opcionalmente puede llevar muchos más
Además de las líneas hay multitud de paquetes para completar el equipamiento del GLC. Por ejemplo está el Paquete Night que incluye elementos de color negro para el exterior, el Paquete técnico Offroad con suspensión neumática, descenso de pendientes y varios modos de conducción, Paquete de asistencia a la conducción Plus con más ayudas o Paquete de aparcamiento con cámara 360º; entre otros.
El Mercedes GLC tiene una gama de motores bastante diversificada. Por la parte de la gasolina se puede escoger el GLC 250 con 211 CV o los Mercedes-AMG GLC 43 con 367 CV y GLC 63 con 476 o 510 CV. Por la parte del diésel tenemos este GLC 220d con 170 CV que probamos nosotros, el GLC 250d con 204 CV y el GLC 350d con 258 CV. También hay una versión híbrida enchufable que es el GLC 350e. Todas las versiones van acompañadas del cambio automático 9G-Tronic y de la tracción total 4MATIC.
De este modo nos encontramos probando el motor de acceso a la gama. Un bloque de cuatro cilindros y 2.2 litros turboalimentado que desarrolla 170 CV y 400 Nm de par entre las 1.400 y las 2.800 rpm. Como el resto de sus hermanos, utiliza la nueva transmisión automática 9G-Tronic de convertidor de par (de la que luego hablaremos) y el sistema de tracción total permanente 4MATIC (que aumenta su versatilidad).
Se trata de un coche que pesa 1.845 kg, lo que le hace tener unas prestaciones bastante humildes. Acelera de 0 a 100 km/h en 8,3 segundos y alcanza una velocidad máxima de 210 km/h. Con el diésel menos potente tiene un consumo medio homologado de entre 5,0 y 5,5 l/100km (en función de la llanta) y sus emisiones de CO2 se sitúan entre los 129 y los 143 g/km.
COMPORTAMIENTO
Con este Mercedes GLC 220d 4MATIC compartimos una agradable jornada por los alrededores de Sevilla. La ruta fue bastante variada, con oportunidad para probar el SUV por todo tipo de terreno. Desde el primer momento empezamos a comprobar que el confort a bordo es sobresaliente. Se ha hecho un buen trabajo con la insonorización y destaca por calidad de rodadura, solamente se puede poner de pega unos pequeños crujidos que provoca el salpicadero en superficies irregulares en nuestra unidad.
Una de las claves para esta comodidad es el ajuste de la mecánica turbodiésel, que sorprende por su linealidad. Entrega los 400 Nm de par desde bien abajo, por lo que la sensación de aceleración será buena a pesar de sus dimensiones. Si a esto se suma la transmisión 9G-Tronic, el resultado es del todo satisfactorio. La transición entre marchas es casi imperceptibles por su suavidad, aunque a veces hay que acostumbrarse a ese elevado número de relaciones.
Por ejemplo, la novena marcha quedará relegada a los cruceros altos en autopista y en secundarias hay veces que tiende a ir en una marcha más larga. Eso se puede solucionar con el Dynamic Select, que nos permite elegir entre Comfort, Eco, Sport, Sport+ e Individual. Jugando con los modos podremos ir de forma confortable y ahorrando combustible o por el otro lado con una mayor rigidez y apurando las marchas en mayor medida.
Estos modos afectan al tren de rodaje Agility Control y por lo tanto modifican la respuesta de parámetros como la suspensión, el acelerador, el cambio o la dirección. De la suspensión hay que decir que tiene un tarado tirando a blando (incluso en modo Sport+), buscando el máximo confort. A pesar de ello no compromete su dinamismo, bastante bueno teniendo en cuenta las limitaciones de su tamaño y peso.
En relación a este aspecto, se ofrece opcionalmente la suspensión neumática Air Body Control, con la que imaginamos que ganará aplomo. La dirección es otro punto a destacar por su agilidad y precisión sin restar sensaciones, un acierto sin duda. Aunque en esta breve toma de contacto no podemos sacar conclusiones con los consumos, hay que decir que sacamos medias de 8 litros y no nos pareció excesivo teniendo el cuenta el uso que hicimos.
Como decíamos, tuvimos la oportunidad de testar al Mercedes GLC por distintos terrenos. Eso incluía una pequeña ruta off-road que fue bastante interesante. Sin ser un todoterreno puro, el SUV se muestra fiable fuera del asfalto y la tracción 4MATIC (con reparto básico del par motor de 45 a 55% entre el eje delantero y trasero) se comporta a la perfección. Para mejorar en este aspecto conviene pedir el Paquete Offroad, aunque seguirá teniendo sus limitaciones con una distancia libre al suelo no demasiado grande.